Bienvenida y Descripción del proyecto

Descripción del proyecto

por Marvin Peluffo

Cuando me convertí al Señor Jesucristo, la primera sugerencia que le hice a mi Pastor fue unir a todos los cristianos de aquel entonces para salir a predicar la Palabra de Dios, casa por casa, a aquellas personas que no sabían nada del Evangelio. Aquel fuego que sentía por quienes no conocían al Señor me ha sostenido y mantenido en ese norte. En este momento, creo que se hace necesario que nos preparemos para predicar la Verdad, con excelencia, proclamando la Palabra de Dios con denuedo y con el conocimiento suficiente para que podamos “ser testigos”, como dice Hechos 1:8.

Cómo formar parte de este proyecto

Para unirse a “Un millón de predicadores”, lo primero que usted debe hacer es tomar la decisión. Esta decisión tiene unos componentes particulares, que le van a ayudar a sostenerse y a sostener a otros en esta hermosa misión.

¿Cómo preparo mi corazón?

Revisemos un pasaje bíblico, Esdras 7.10, sobre el tema: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos”. Cuando hablamos de “preparar el corazón”, nos referimos al desarrollo personal. Este tipo de desarrollo tiene que ver con varios aspectos en la vida, entre ellos: ¿Cuánto amo a Dios? ¿Cuánto me amo yo? Si amo a Dios y me amo lo suficiente, voy a tener la capacidad de amar a otros, haciéndolos partícipes de la bendición que recibo.

El amor también conduce al respeto, ya que el nivel de respeto que tengo hacia mí mismo determina el nivel de respeto que le doy a los demás. También podemos hablar de la confianza. ¿Cuánto confío en Dios? ¿Cuánto confío en mí mismo? ¿Soy yo confiable? Una vez más, la confianza que siento hacia mí mismo determina la confianza que voy a depositar en los demás.

El desarrollo personal incluye otro elemento crucial: la tolerancia. Si no estamos dispuestos a adiestrar y a ser adiestrados, no lograremos los resultados esperados. Es necesario tolerarnos a nosotros mismos para crear espacios de tolerancia a los demás. La tolerancia que tenemos hacia los demás es reflejo de la tolerancia que tenemos hacia nosotros mismos.

En Esdras 7.10 encontramos otros tres elementos importantes que deseamos destacar:

  • Es necesario “inquirir”, es decir, estudiar exhaustivamente la Palabra de Dios.
  • Debo cumplir con las leyes divinas, antes de exigirles a otras personas que las cumplan.
  • Para enseñar, es necesario aprender. Creo que esta es la enseñanza más importante de este pasaje bíblico: Dios nos llama a conocer y a poner en práctica su Palabra, para entonces poder enseñarla.

¿Cómo debo pensar?

Nuestros pensamientos deben estar muy bien enfocados. Ahora bien, surge la pregunta: ¿Qué es el pensamiento? El pensamiento está compuesto de dos elementos fundamentales, uno relacionado con la energía y el otro con la información. Si consideramos que nuestro cerebro consume el 20% de toda nuestra energía, concluimos que para tener buenos pensamientos es necesario tener buena energía. Esa buena energía requiere el consumo de buena información.

Examinemos Filipenses 4.8, un versículo bíblico que ilustra cómo debemos pensar: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.

El pensamiento requiere disciplina. Para mantenernos enfocados en aquello que se construye debemos pensar de manera disciplinada, meditando en lo que Dios piensa de mí, en lo que yo debo pensar de mí mismo y en cómo debo pensar sobre los demás.

  • Todo lo verdadero, el amor que nos debemos tener a nosotros mismos es el amor verdadero que Cristo tiene por nosotros.
  • Todo lo honesto, el respeto que debemos hacia los demás es el respeto que Cristo tiene por nosotros.
  • Todo lo justo, la confianza que debemos tener hacia los demás es la confianza que Cristo tiene en nosotros.

En resumen, es importante que nuestros pensamientos estén alineados con la voluntad de Dios para nosotros. 

¿Cómo hablar? 

Mateo 13. 1 al 9 dice lo siguiente:

Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. 2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. 9 El que tiene oídos para oír, oiga.

Toda palabra que hablo es una “semilla”. Por tanto, debo “sembrar semillas” que den buen fruto. Si quiero tener a mi alrededor un campo bien cultivado, con buenos árboles, debo hablarles a mis hijos palabras que los edifiquen, no que los destruyan. Debo afirmarles que tienen abundancia, no escasez. Debo decirles que son personas de bien, pues cada palabra que sale de nuestra boca es una semilla.

Por lo tanto, debo ser responsable con mis palabras, preguntando: ¿Qué semillas estoy sembrando? ¿En mi vida? ¿En mi familia? ¿En mis amistades?

Hemos diseñado una serie de talleres que le permitirán prepararse para adiestrar a otras personas para predicar, comenzando con sus círculos más cercanos.

¿Qué es un adiestrador?

Es un predicador líder que ha decidido educarse a sí mismo y educar a otras personas para predicar. Tomar la decisión de prepararse para adiestrar a los demás es muy importante. Por eso, sugerimos que desarrolle las habilidades necesarias para comunicar con excelencia el mensaje del Evangelio. He aquí algunos aspectos que debe tener en cuenta:

  • Aprender: Es necesario preparar nuestros corazones para aprender, sabiendo que tendremos que dejar atrás conceptos anticuados o hasta equivocados. La adaptación es clave en el proceso de adiestramiento, pues si me adapto crezco y si crezco puedo adiestrar a otros mucho mejor.
  • Practicar: Lo que aprendemos lo ponemos en práctica en nuestras propias vidas. Lo contrario a la adaptación es la resistencia. Si me resisto al cambio, no podré avanzar. Si pongo en práctica en mi propia vida lo que estoy aprendiendo, podré enseñar de manera más efectiva.
  • Enseñar: Esta es la parte más fascinante del proceso, ya que me permite presentar un modelo del que otras personas, particularmente nuestro propio equipo de trabajo, pueden imitar.

En estos talleres estudiaremos tres temas fundamentales:

  • El desarrollo personal de quien desea predicar.
  • La organización del sermón.
  • La predicación que cumple con las leyes de oratoria.

Presentamos siete lecciones sobre cada uno de estos temas; un total de veintiún talleres para adiestrar a miles de predicadores y predicadoras en el mundo de habla hispana.


Conclusión

Esperamos en Dios que esta breve exhortación le anime tanto a leer este material como a unirse al proyecto de “Un millón de predicadores”. Para más información, visite nuestro sitio web. https://unmillondepredicadores.com/



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